1.8.11

Segunda semana de standing desk

Hoy fue el primer día de la segunda semana o el día cinco de utilizar un standing desk. También puede contarse como el día cuatro para los que están en la quiniela.

Es muy complicado contar días.

Cero problemas, trabajar de pie me ha resultado cómodo y fácil. El principal reto que me he topado es que la computadora y los teléfonos están en extremos opuestos de la oficina y cuando me preguntan si nos reunimos en tal o cual fecha, mi agenda está muy lejos.

Y no, por supuesto que no tengo teléfono inalámbrico, recién me cambiaron los aparatos telefónicos en la oficina hará unos dos meses y me dieron unas joyas tecnológicas marca Telmex, que ya incluyen altavoz. No me darán algo moderno, no insista por favor.

Agujetas en el culo

Debo confesar que el sábado si amanecí con agujetas en el culo. :-D

Fueron leves, desaparecieron en el transcurso de la mañana, pero ahí estaban. Muestra fehaciente de que los MBTs deben ser tratados con cuidado y uno debería poco a poco incrementar su uso.

Estoy mejor

No que “yo lo sienta”, porque me sigue doliendo de vez en vez la espalda/cuello. En general, al final de la semana me sentía mejor y creía estar viviendo una disminución del dolor consuetudinario.

Pero la verdad es que no sabía y no estaba seguro.

Hoy, sin embargo, tuve una buena “prueba” de que trabajar de pie me hace menos daño que trabajar sentado: en una reunión urgente para atender observaciones acerca del nuevo plan de la carrera de computación en la Facultad, me tocó escribir unas horas, habrán sido unas dos o tres en una mesa de juntas, que era un poco incómoda porque tus brazos deben estar más arriba de lo normal para teclear. Lo que puedo confirmar es que después de una hora de mala postura, me mataba el dolor en el cuello/espalda… como si me quemara.

Horrible.

El resto de la tarde he trabajado felizmente de pie y ya no me duele.

Después de este estudio clínico, concienzudo, puedo afirmar que trabajar de pie es mejor que trabajar sentado. La evidencia es irrefutable.

Por cierto hoy no traigo mis MBTs, pero me conseguí unos bonitos shape-ups de Sketchers, que son lo mismo, pero más baratos. Están cómodos, funcionan parecido, pero son menos agresivos que los MBTs, más estables y eso hace más sencillo estar de pie sin tener que equilibrarte todo el tiempo.

29.7.11

Día cuatro… no hay dolor

¡Draaaagggoooo! ¡Draaaagooo!

O algo “así” pensé que serían estas últimas horas de mi cuarto día, de la primera semana, de mi aventura con el standing desk, pero no, bastante más fácil de lo que imaginé.

Han sido días atípicos en varios sentidos, como ocurre todos los inicios de semestre, por lo que he pasado un par de horas más de las usuales en reuniones o en comidas o en otros eventos. Aún así, la experiencia de “trabajar” frente a la computadora de pie, ha sido positiva:

  1. No ha sido tan cansado como inicialmente supuse. Aunque si es dramático el cambio entre traer zapatos MBT y normales, con los MBT es por lo menos el doble o triple de pesado.
  2. Me duele el cuello y la espalda, pero menos. Obvio no esperaba que un par de días desaparecería por completo el dolor, pero es notable la diferencia.
  3. Kudos a los amigos del taller de carpintería de la Facultad que hicieron un buen trabajo con el standing desk.
  4. Seguro no bajé de peso, pero si debí quemar unas 10 o 20 calorías más. Claro que comí más que en semanas regulares, así que es probable que haya subido.
    • Bajar de peso no es la meta, por supuesto, pero a mayor consumo calórico debería existir un cambio en el peso, así que lo voy a considerar un indicador las primeras cuatro semanas.
Quiniela

Alguien ganará, seguro, pero si escogiste entre el día uno y el tres: no ganaste. ;-)

El futuro

Olvidé mi bola de cristal y sin ella es difícil que les diga qué nos depara el futuro. Sin embargo, el continuar trabajando de pie hasta que ya no me duela nada es plausible.

Es más: ¡aplausos!



¿Ya les conté que casi todos los domingos me encuentro al Memo Ríos en el baño del club? ¿No? Qué mal, pero será otro día. ;-)

28.7.11

Día tres

No quiero quitarles la ilusión de leer cosas fantásticas y divertidas en mi blog todos los días, pero creo que conforme pasen los días tendré menos y menos que decir al respecto de mi experiencia con el standing desk.

Este tercer día de tener un standing desk (y el día número dos para los que están en la quiniela) y trabajar de pie: va viento en popa. La relación sentado / de pie hasta el momento es 00:25 / 03:00 horas. Imaginé en la mañana que estaría algo adolorido, porque mis pantorrillas se quejaron brevemente en la mañana, pero no, todo bien.

Espero el momento de mi siguiente reunión, con los Googlers que nos visitan, en unos 30 minutos, ahí me sentaré, así que les cuento en la tarde como termina el día.

horas más tarde:

Hoy no tengo quejas amigos: todo salió bien. :)

Platica amena con los Googlers, comida con Fer, Elisa y Jaime en el Cluny, muchos problemas “chiquitos” resueltos, un bajón como del 50% de papeles a mi escritorio y trabajando cómodamente de pie.

Debo decir que mis dolores de cuello y espalda persisten, aunque un poco menos severos al final del día.

Creo.

Followers

A estas alturas seguramente ya hay quienes estarán diciendo: ¿un standing desk será para mi? Probablemente si, la verdad es que el inicio es bastante más sencillo de lo que imaginé. Para esas personas mis primeras recomendaciones son:

  1. DIY: arma un standing desk con una tabla y varios libros (guías de teléfono, etc.) o con una cubeta sobre tu escritorio.
  2. Importante que tus brazos estén en ángulo de 90 grados o no será cómodo teclear.
y ya, puedes probar trabajar un par de horas al día por un par de días.

27.7.11

Segundo día

Eso, el segundo día con mi standing desk o escarnio público.

Desfile de amigos que quieren ver el escritorio y que vienen a saludar, molestarme o burlarse de mi idea de trabajar de pie. Entre los augurios puedo resumir que estoy cambiando el dolor de cuello y espalda por: dolor lumbar y várices.

Ya los veo en unas semanas pidiendo un escritorio como el de Solsona. Crear modas es lo mío.

Líder nato, nada que hacer, es inútil resistirse.

Después de 2:40 horas trabajando, en esta ocasión encima de mis MBTs, puedo decir que si es algo cansado estar de pie, pero no tanto. Afortunadamente para mi, una mañana de trabajo normal involucra recibir a mucha gente, llamadas, etc., lo que me da múltiples oportunidades para sentarme y moverme un poco.

Voy a tener que hacer un nuevo chicano fix en la oficina, porque ahora el ventilador, de piso, produce aire que me da en las piernas y no hace volar mi cabellera (como la de Fabio el dude de Old Spice). Tal vez no necesito “subirlo” o colgarlo del techo, que fue mi primera idea, sino simplemente inclinarlo para que apunte hacia el cielo, hacia donde ahora se encuentra mi cabeza… Mmm pero ¿cómo lograr esto sin que pierda estabilidad mientras se mueve? La base es una elipse.

Luego.

Para la hora de la comida ya estaba cansado. No mucho, para que puedas formarte una idea, cansado como de recorrer un museo una hora u hora y media.

Anuncian ganador de la quiniela

Uno aquí rompiéndose el lomo, trabajando de pie, estoico. Al pie del cañón, si se puede, si se puede y cosas similares y, en otros frentes (twitter, google plus, etc.), el Vaz declarándose ganador de la quiniela y afirmando que ya había ganado porque “me encontraron sentado”.

Ese me encontraron sentado delator, fue de Juan quien, en efecto, junto con Ana, me encontraron sentado en la mañana que vinieron a molestarme.

Lo que les faltó aclarar es que estaba ocupado atendiendo a Candy, en el escritorio “normal”, mientras platicábamos y bebíamos café.

Las reglas del juego

Yo estoy de acuerdo en la quiniela y que apuesten que voy a perder. No, aclaro, que apuesten en qué día voy a perder. Por lo que vamos a poner las reglas claras:

  1. La primera regla es que no pueden hablar de la quiniela.
  2. El día uno: es hoy, miércoles 27 de julio de 2011.
  3. Tienen que avisarle al Vaz (arturo.vazquez at google) qué día o días quieren.
  4. Pierdo si me llevo la computadora a trabajar al escritorio o cualquier otro lugar que implique trabajar mientras estoy sentado.
  5. El ganador(a) me invitará con todos los gastos pagados a cenar al Escarapela, el día de mi elección.
  6. Si pasa el día que tu elegiste y NO he perdido, tendrás que poner en la red social de tu elección (excepto MySpace o hi5): “oh Solsona, que grande eres” (y nada más, pueden cambiar Solsona por @solsona en twitter o +Francisco Solsona en google plus).
  7. Este concurso opera exclusivamente los días que trabajo en mi oficina (no tengo standing desk en otros lugares).
Cerrando el día

Hoy fue un buen día de standing desk y estar de pie un rato. Bueno, en realidad me faltan varias horas, como unas dos, pero no avizoro ningún problema el resto de la jornada. Publico esta nota temprano para que tengan las reglas.

Mañana quien sabe, todo el día ha resonado en mi cabeza la profecía de la vendedora española: “agujetas en el culo”. O_o

26.7.11

El principio del fin

El principio del fin de mis dolores de espalda/cuello o mi aventura con un standing desk.

Como todo buen principio, para mi, esto inició con una nota que leí en algún lugar, luego la obsesión: buscar más artículos, platicarlo con @petitefer y con toda la banda, las preguntas: ¿será una buena idea? ¿Me funcionará? ¿Lograría yo trabajar de pie en lugar de una cómoda silla? Etc.

Buscando alternativas, revisé todas las experiencias que pude encontrar en blogs y páginas, todos los proyectos DIY (Do it yourself) en Lifehacker, pero muchos utilizaban cosas que se veían feo o basadas en ikea y otras marcas inalcanzables. Y en eso, como caído del cielo, se atravesó en mi camino el jefe del taller de carpintería de la Facultad y que le digo, ¿me pueden fabricar una mesita? Si, seguro, de qué dimensiones, para qué, etc., venía con su chalán, así que nos pusimos a trabajar.

Mi primera alternativa fue: una mesita pequeña que pudiera poner sobre mi escritorio actual, pero a medio camino me arrepentí y PastedGraphic-2011-07-26-12-36.jpgpedí un mueble completo, de piso. Debe tener 1.15m de alto y la superficie es de 60x60 cm, terminó siendo de madera, con dos divisiones y debo decir que estoy sorprendido de la calidad: se ve bien, sólida, no se mueve ni siquiera mientras escribo esto.

Chicano fixes

Aprovechando que me hicieron el mueble, decidí re-organizar mi oficina: cambiar de lugar escritorios, mueble del café, teléfonos, etc. Para lo cual puse a trabajar a mi jefe de laboratorio técnico (para mover algunos cables, cambiar un par de RJ-45s que ahora quería utilizar y que estaban dañados, etc.) y al Richard que ya había ido por el mueble (para limpiar y ayudarme a jalar y mover cosas).

Obvio que no imaginaban que el mueble era para computadora y que en una de las secciones intermedias terminaría poniendo mi impresora, así que tuve que hacer algunos fixes, chicano style: un hoyo para pasar los cables de corriente y USB de la impresora.

Iniciando el trabajo

Llevo más o menos una hora y 30 minutos “de pie”, no necesariamente trabajando pues estoy limpiando y acomodando la oficina. Tal vez de esos, unos 20 minutos frente a la computadora, leyendo correos y escribiendo estas líneas.

Todo parece ir bien. Mis piernas dicen que estoy un poco más cansado de lo normal, para la hora, pero nada del otro mundo.

(Voy al otro lado de la oficina a conectar la Nespresso, me hace falta combustible.)



Pues debo decir que mi espalda/cuello todavía no se queja mucho, aunque no siento ninguna ventaja obvia. Ahora si ya llevo más de una hora trabajando en esto y sigo bien. En un rato voy a comer y en la tarde le sigo.

El futuro

Supongo que hoy “no cuenta” por no estar todo el día trabajando de pie, se que las apuestas de mis “amigos” son agresivas porque no lograré acostumbrarme al escritorio de pie. Es más, ni siquiera apuestan si podré o no podré, todos están claros que no y la apuesta es cuándo abortaré la misión. The bastards!

Lo que puedo decir para documentar el optimismo es que:

  1. Inicié esta semana pesando 76.5Kg, unos cuantos kilos arriba de mi peso ideal.
  2. A partir de mañana me traigo mis zapatos MBT que, contrario a lo que la banda piensa, no son para “bajar de peso” (que no tienen mucho sentido para eso), pero que si logran que varios músculos más en mis piernas y espalda funcionen mientras estoy parado.
  3. He pensado incluir un comfort mat, que también sugiere la gente que utiliza standing desks, pero yo creo que con mis zapatos será suficiente.
¿Cuanto tiempo me veo trabajando así? Es difícil decirlo, supongo que tendré una mejor idea en un par de días. Si el viernes amanezco con agujetas en el culo, como atinadamente lo puso una agradable vendedora de calzado que conocimos en España el año pasado, es probable que la siguiente semana tenga dudas.

Si reducen mis dolores de cuello / espalda, “creo” que puedo soportar estar de pie muchas horas a la semana.

Creo.

Ya veremos.

1.4.10

[5/6] Sierra Gorda

“Juan: son las seis de la mañana, duérmete otro ratito” fue lo único que pude decir al escuchar la alarma de su reloj. “OK” contestó, creo.

El plan era salir a las ocho de la mañana del hotel, avanzar unas dos o tres horas y buscar algo para desayunar.

A las 6:30 Juan ya estaba bañado y listo para salir. Será una larga espera pensé, pero me levanté, me bañé y a las 0700 horas tocábamos en el cuarto de las niñas: todas dormían, excepto Isa que ya estaba casi lista. Si, si, Isabel y Juan Manuel son hermanos, ¿cómo lo adivinó?

Bajé al restaurante, mi kindle en una mano, la otra estirada pidiendo café... “En 10 minutos joven”, nos fuimos de ahí a las 8:15 y nunca obtuve mi café. ¿Ya les comenté que en Querétaro el servicio es, en general, lllllleeeeennnnntttttooooo?

Pagos, facturas y nos fuimos. Primera parada: gasolinera en la salida de Querétaro, café en la tienda de auto-servicio de la gas... de maquinita, ni modo. Yo creo que me veía muy mal, porque la dependienta de la tienda me dijo: -- ¿quiere café? -- Si, ¿cómo lo notó? -- Mejor vayan al otro lado de la gasolinería, ahí está un Itallian Coffee -- Bueno, gracias.

Latte grande triple y pastel de zanahoria para mi, “prontowwwWWW”... Ya ni me enteré que pidieron los demás. Cinco minutos después y lleno de felicidad (café y pastel), nos subimos a la Cheyenne y nos lanzamos a la aventura.

De la hospitalidad en Pinal de Amoles

Antes de llegar a Jalpan y después de un par de horas de curvas muy rudas en la carretera, llegamos a Pinal de Amoles y como queríamos desayunar, pues entramos al pueblo, visitamos (para variar) la iglesia que está mona, pero nada del otro mundo... encontramos una exposición de fotografías a medio montar de toda la zona y preguntamos donde comer. Nos dirigieron a la fonda “La Güera”, donde después del clásico intercambio: -- Buenos días, ¿está abierto? -- Si, pásenle muchachos, ¿qué van a querer? -- ¿Pues qué tiene? -- ¿Pues qué quieren? Tengo carne, cecina y costilla o huevitos y café.

Perfecto.

Para mi: cecina con frijoles, jugo de naranja, café (de olla) y un pan. Para los demás, cosas similares. Yo avisé que había que comer, pues quien sabe a qué hora lo podríamos hacer nuevamente. Medio en broma, pero como diría mi madre: tuve boca de profeta.

Después de salir de con “La Güera”, donde la Doña que atendía, nos encantó: amable, simpática y bien derecha. A la hora de pagar la cuenta, llegó con una pluma que le ofreció a Fer, diciendo: “A mi me salieron $365, pero no estoy segura” y procedió a decirle los precios de las cosas que nos habíamos comido. La suma de Fer fue de $313 y la Doña Güera bromeó que ya nos quería robar y le pagamos los 313 + 50 pesitos de propina. Con su bendición y una cajita de chicles nos envió a visitar ríos y otras bellezas naturales de la zona, rechazando quedarse con Juan Manuel como su ayudante (no le iba a dar el ancho dijo).

Río Escanela y la cascada Puente de Dios

Después de un intento fallido que nos llevó 30 minutos de recorrer ida y vuelta parte de un camino/carretera incorrecto, porque “eso” de los anuncios oportunos en las carreteras a esta altura no es “lo suyo”, llegamos a la desviación para el río Escanela. Una entrada poco prometedora de tierra nos fue adentrando lenta e inexorablemente al monte, serpenteando y bajando todo el tiempo, la humedad en aumento.

Era claro que era el camino correcto, ¿o no?

Si, resultó que si lo era, pero más de una vez, la primera como a los 30 minutos de brincos y sufrimiento por el sinuoso y horrible camino lleno de piedras y desolación, nos preguntamos si sería el correcto, ¿es posible que la carretera anterior, que no iba a ningún lado, estuviera pavimentada y en mejores condiciones que esta que te lleva a una de las bellezas naturales del estado, anunciada en TODA posible guía turística? Por supuesto es posible, esto es México y así se hacen las cosas: mal.

Eso o en el otro camino están las cosechas de narcos, que seguro son más rentables que el turismo que llega al río.

Después de unos 45 minutos llegamos a una acumulación de automóviles amontonados en ambos costados del camino que, por cierto, era doble sentido aunque sólo cabía uno en realidad. Era demasiado pedir no encontrarte a nadie en el sentido contrario en una hora de camino a -25 Km por hora (sí, dice “menos veinticinco”), así que cuando eso ocurría había que empujar al otro, o regresar uno hasta alguno de los pocos, poquísimos puntos (en las curvas principalmente) donde cabían dos autos y pasar o permitir el paso del otro.

Estrés.

Al fin llegamos, buscamos un lugar para estacionarnos esperando que no se cayera al barranco la camioneta porque estaba en la orilla y que los “otros” fueran lo suficientemente hábiles para pasar en el reducido espacio que quedaba atrás. Estacionado tipo chilango pues, como hacen muchos académicos en los estacionamientos de CU: que se ponen en cualquier lugar, como en las banquetas, en las curvas y cualquier otro lugar que no está permitido, pero donde “su habilidad” les permite. Claro que aquí con el atenuante que NO había de otra: imaginen un camino de tierra de 4 metros de ancho (esta era la parte más amplia), de un lado barranco, del otro la pared del cerro: ¿en batería o paralelo? Paralelo suena mejor, lo se, pero no había espacio así que quedé medio en batería y medio en paralelo.

“¡Ahí está! “ es lo único que escuché y Juan Manuel después de eso, ya iba corriendo hacia el río, como unos 10 metros abajo. La verdad es que no se veía como la gran cosa, el ancho del río en este punto era como de unos cinco metros y su profundidad como unos cinco también, pero ¡cinco centímetros!

Esto no puede ser todo, me dije a mi mismo, así que caminé hasta donde había más gente que parecían locales. Inmediatamente un señor llamado Guadalupe me dijo: -- ¿Va a querer guía? -- Supongo que si, pero ¿para qué oiga? -- Ahh pus pa’ver el puente de dios.

Fiu, ¡hay más que ver!

Pues si, hice trato con el señorcito y le dije que esperara cinco minutos en lo que íbamos a buscar a Juan Manuel que había bajado al río. :-P

Ya está, tenemos un plan, Nuri se cambió en la camioneta porque decidió que shorts y guaraches no eran apropiados. Ya con pantalones y tenis, regresamos a buscar a Guadalupe.

Nos interceptó un joven que también tenía gafete de guía y nos preguntó que si queríamos guía, le dije que ya teníamos apalabrado al Don y en eso lo veo, al otro lado del camino: “Ese, ese que va allá, ese es nuestro guía” mientras señalaba orgulloso al señorcito en cuestión. Joven me sacó de mi error diciendo: “Ay no, ya va guiando a otro grupo...”.

En serio que por eso quiero a los perros: ellos si son fieles, no como estos traidores.

De acuerdo, “¿tu nos llevas?”, pregunté aún con lagrimas en los ojos por la traición. “No, yo soy el líder de guías, pero los lleva él”, dijo mientras jalaba de la manga de la camiseta a otro aún más joven, como de quince años. Negociamos el precio y seguimos al guía.

Estos guías necesitan un curso en buenos modales, como a la mitad del camino, nos preguntábamos si era mudo. “No, ¿cómo crees? Yo creo que si habla”, “pero no ha dicho una sola palabra en todo el trayecto” y así era la discusión, hasta que lo escuchamos decir: “esperen” y, luego de dejar pasar al grupo que venía de regreso, nos hizo una seña para continuar.

Misterio resuelto, nuestro guía no es mudo. Solo un poco penoso y no quiere hablar con nosotros.

No hablaba, pero el maldito parecía cabra: brinco aquí, brinco allá y hacía parecer fácil el avanzar por el camino y sobre las piedras o alguno de los siete puentes que había para cruzar de un lado a otro del río. Les llamo puentes por no ser despectivo, porque en realidad eran dos troncos sobrepuestos entre rocas, con unas tablas chuecas clavadas a manera de escalones.

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En la fotografía pueden apreciar uno de los “puentes” a nuestros pies, en el centro, a Fer y su servidor y amigo posando, felices aún, pues este era el primer puente y hasta aquí había sido un recorrido muy sencillo. Al fondo, en la izquierda pueden “sentir” que hacía calor (Juan Manuel ya se estaba desnudando), a la derecha y arriba pueden ver unas “plataformas” con baranda que instalaron para cruzar unos treinta metros complicados de río.

Nuri estuvo a punto, sólo a punto, de rendirse, de tirar la toalla. “Así yo no puedo” repetía, “sin cuerdita yo no paso, no se vale, debieron avisarnos” se quejaba ya sobre las plataformas, pues a la mitad de estas les faltaba la cuerda que hacía de pasa manos. Debo reconocer que no ayudaba tanto la cuerda, pero el efecto psicológico era relevante. Después de un par de empujones y proponer ayudarnos, continuamos. A Fer le tocó la mochila y a mi la mano.

Se suponía que yo habría de ayudar a Nuri en los pasos “difíciles”. Vil especulación.

Más de una vez fue ella, Nuria, quien me detuvo y evito que azotara cual res, destruyendo, probablemente de manera irremediable uno de los cuerpos más bellos que la humanidad ha visto. :-P

El camino por el río resultó complejo y difícil: varias vueltas y cambios de lado para avanzar a lo largo del río hasta el puente de dios. Nos llevó cerca de una hora llegar ahí, pero lo logramos.

Está bonito y se los recomiendo ampliamente. En las fotografías, abajo, el puente de dios, las cascadas que caen por unos “tubos” naturales en el monte, Fer, Juan y Jon Doe (en los shorts rojos).

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Lindo, lindo, pero. Es triste que siempre haya peros, pero... Deberían poner atención los de la Secretaría de Turismo y dar buenas recomendaciones: distancia, tipo de ropa, qué esperar, quiénes si pueden y quiénes NO deben intentar el recorrido, etc. En estos lugares uno se encuentra cada cosa: ballenas cargando una hielera llena de chelas y aventándose unos clavados de panzazo, unas niñas posando en biquini sobre las piedras (esto no estaba tan mal, pero seguro habrá quienes se ofendan), gente en chanclas (en serio el camino estaba para botas, pero de menos tenis), mucha ropa, poca ropa, un cuate que no se veía tan en mala condición, seguro aguantaba el camino, pero estaban tan grande que apenas pasó por un par de hoyos estrechos en el recorrido y, eso fue de lo poquito que nos tocó ver.

Unos 45 minutos el camino de regreso, nos despedimos del guía que ni “adiós” dijo, esperamos a que Nuria se cambiara porque terminó con el pantalón un “poquito” sucio. Una hora de regreso a la carretera por el camino de terracería. Una hora y media más de carretera sinuosa y como a las 1700 horas entramos a Jalpan.

Pero no nos detuvimos... dijimos: vamos al hotel, que está “afuerita” de Jalpan: un baño y decidimos qué hacer.

Bueno, vamos.

De la hospitalidad en Jalpan

Hotel Balneario Ayutla: groseros, nefastos, inútiles y además no cumplen con nada de lo que prometen en su página: la alberca está sucia y sin agua, los cuartos se están deshaciendo (¿termitas?), el aire acondicionado son ventiladores de techo que hacen mucho ruido y, al menos en la villa que nos dieron, solo funciona uno de dos. Más luz que a la intemperie, ni siquiera fueron para poner unas sabanas a manera de cortinas. No hay agua caliente. Había un mueble para poner la TV y algunos contactos eléctricos, pero no había TV y tampoco SKY que prometía su página.

“Estamos a unos minutos afuera de Jalpan... “ decían, dando a entender que estaban cerca: eran unos 30 minutos a 100Km por hora. Por supuesto, con las curvas y la habilidad sin límites de los locales y visitantes para manejar en carretera, eran unos 45 a 60 minutos.

(Me había prometido no quejarme mucho en estos relatos, pero no puedo: ¡Que mal manejan en Querétaro! Si mi padre viviera y hubiera estado allá, se la hubiera pasado gritando: “Al menos saca la lengua ¡idiota!”.)

Teníamos hambre, así que después de quejarnos unos minutos del estado del hotel y la villa, fuimos a buscar el restaurante del hotel: uno de esos restaurantes con tema taurino, con cabezas de toros disecadas colgando de cuanta pared era posible, no era bonito (mesas y sillas de plástico), pero tampoco estaba mal: a comparación de la villa se veía limpio, estaba en relativo buen estado, encontramos una carta que además decía que era barato. El principal problema es que, ¿como le explico? ¡Estaba vacío! No cocineros, no meseros, no cajero, ¡nadie!

Después de intentar preguntar quién nos podía atender y no obtener respuesta, nos trepamos a Cheyenne nuevamente y regresamos a Jalpan.

Comimos en un lugar en Jalpan, La Carreta, que estuvo bien, aunque el servicio, para no variar, algo lento. Amablemente nos permitieron dejar a Cheyenne en su estacionamiento mientras íbamos a visitar el centro del pueblo y la Misión de Santiago de Jalpan.

Parte de la noche la utilizamos para encontrar un nuevo hotel. Caminamos alrededor del primer cuadro, comimos helado en una de las varias Michoacanas (el de vainilla estaba bue.ní.si.mo) y luego un latte doble para el camino, pues tenía que echarme los 28Km de regreso hasta el hotel... “horrible hotel Ayutla”, que es su nombre completo: NUNCA se queden ahí, en serio, nunca, basura de hotel.

Por cierto, encontramos otro hotel para la siguiente noche, la del viernes: hotel María del Carmen, en el centro de Jalpan, aunque antes tuvimos que lidiar (tuvieron: fue idea de las chicas y ellas se encargaron) con la imbécil en la recepción, después de repetirle veinte veces que queríamos quedarnos un día.

La misión de Santiago de Jalpan de noche

Ya estábamos ahí, así que decidimos ir a visitar la misión de Santiago de Jalpan, una de las cinco misiones franciscanas declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 2003. Estaban velando a Yisus una buena parte de los más de 4,500 habitantes de Jalpan, como cincuenta. Pero de cualquier forma pasamos y vimos el interior con todas las imágenes de santos tapadas (porque están de luto, hasta el domingo ‘de resurrección’)... nada del otro mundo, en realidad. Sin embargo, la fachada de la misión y, en parte, su arquitectura externa son MUY impresionantes: colores vivos, distintos a la mayoría de las iglesias y misiones típicas en la región.

Por cierto, en esta misión, sustituyeron una imagen de Santiago, por un reloj que está bien dos veces al día a las 2:47 am y pm.

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Regresamos al hotel, al horrible hotel Ayutla, con su pésimo servicio, pero con un cansancio que hacía tolerable dormir ahí. Por cierto, días después Juan descubrió que el sitio del hotel ese ya no existe y que está a la venta.

31.3.10

[4/6] Querétaro en las azoteas

Nuestro día empezó muy temprano y a las 0800 horas ya teníamos todo en la camioneta y estábamos listos para partir. Nos tomamos un café, abusando por enésima vez la hospitalidad de María Jose, a.k.a. “La fina” y Jesús, planificamos rápidamente la ruta de ida a Querétaro (había sólo dos posibilidades vía San Juan del Río o por otra carretera que prometía ser más rápida).

Enfundada en pijamas aún, bajó la Fina a darnos la despedida, nos dio oportunidad de darle un abrazo y agradecerle su hospitalidad, con la amenaza de que si se descuida, volveríamos algún día.

Nos fuimos por la ruta no conocida y que prometía ser corta. Gran acierto, llegamos en unos 35 o 40 minutos a Querétaro y luego de seguir, con algo de problemas, los anuncios para llegar a la terminal de autobuses, unos mensajes de sincronización y nos encontramos con Isa y Juan. Ni siquiera tuvimos que estacionarnos, pues ellos llegaron quince minutos antes de la hora prevista, igual que nosotros.

Una gran familia feliz

Con camioneta llena y todos con su cinturón de seguridad puesto iniciamos el recorrido de la Ciudad. Por supuesto, primero me perdí y estábamos a punto de dejar Querétaro cuando nos dimos cuenta del error y después de un “chilangazo”, no creo que haya sido el primero en el viaje, pero si el más grotesco: vuelta en U, en un lugar donde no sólo parecía estar prohibida, sino que me puso en sentido contrario un par de veces, emprendimos el camino hacia el centro. :-P

Diez minutos después estábamos estacionando el auto en el tercer nivel del estacionamiento subterráneo de una de las plazas principales, la de La Constitución.

Vuelta de reconocimiento, Isabel hizo las veces de guía pues había estado en Querétaro recientemente de trabajo. Encontramos un lugarcito en la plaza de armas para desayunar, totalmente mediano el desayuno, tanto así que ya hasta olvidé lo que pedimos.

Dimos una vuelta por los andadores y calles peatonales en el centro y regresamos a la Cheyenne para que nos llevara al hotel a dejar las cosas, estacionar definitivamente por el día e iniciar el intenso recorrido que habíamos pensado.

Deporte extremo

La primera cosa que notamos es que nuestro hotel estaba a unas tres a cinco cuadras del centro, dependiendo de a qué parte del centro te refieras, que no es tanto, pero al final del día se convirtió en algo significativo. Avanzamos lentamente por las angostas banquetas del centro, cazando las sombras, cosa que era cada vez más difícil pues era cerca de medio día. Así lucía el grupo al principio, aquí apenas habíamos visitado un museo, el de la Restauración, que como la gran mayoría de los museos aquí: es pobre y no vale mucho la pena. Estamos sentados en la fuente del Jardín Guerrero.

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Un poco después del jardín avanzamos hacia la parte trasera donde se encuentra aquello a lo que la guía que tenía en las manos se refería como “lujoso convento erigido gracias a la vocación de una joven”. Nos referimos al templo de Santa Clara, que si está mono por fuera y enfrente del cual, por ir admirando la fachada (es decir baboseando), casi me mato cuando de un paso al siguiente me robaron el piso.

No tanto que me hubieran robado el piso, como que era un escalón que no vi e hice un movimiento sexy tipo hombreelefantebailandolambada para evitar caer.

En fin, el lujoso convento me pareció ostentoso y su estilo barroco demasiado. En general la iglesia católica me saca ronchas, pero cuando es así de “abundante” y grotesco, un poco más. :-P

Imaginen a todo el grupo haciendo reunión alrededor de un mapa diminuto. Agreguen a un señor local amable al fotografía y lo que obtienen es una escena que llegó a convertirse en cotidiana: -- ¿Qué buscan? -- Nada, nomás estamos aquí viendo el mapa para ver que se nos antoja conocer -- Ahhhh, no dejen de ir a tal y tal y tal otro lugar, si tienen ganas de comer vayan a esas gorditas ahí enfrente (y señalo un local sobre la calle de Guerrero, donde hacían gorditas típicas queretanas en la calle) -- Pues muchas gracias, hasta luego -- Hasta luego.

Obvio, nuestra mente chilanga acostumbrada a la mala vida y a que la gente siempre está detrás de uno porque “algo quiere” o “te quieren hacer daño” inmediatamente hacía fluir las teorías: “seguro el don este es dueño del puesto ese de gorditas”, “se me hace que quieres que vayamos hacia allá porque nos va a estar esperando con su banda de ‘robachicos’ y como estamos tan lindos querrá raptarnos y vendernos en Europa” o “algún rey inglés seguro necesita un riñón y no se conforma con cualquier riñón, quiere uno bueno... “ y cosas así.

En realidad, las conclusiones son: (1) hay muchas personas amables en Querétaro: ¡bien por Ustedes! Muchas gracias por todo y (2) seguro esas gorditas estaban deliciosas y aunque YO voté por ir a comerlas inmediatamente, los demás me mayoritearon con el argumento es que yo no tengo hambre, acabamos de comer hace pocas horas... vamos más tarde. Por supuesto: NUNCA regresamos a las gorditas.

Si fuera yo poquito más sensible, la falla de probar las mejores gorditas de la región hubiera sido suficiente para amargarme por el resto de mis días. Por suerte, soy una roca. Jiji.

Luego visitamos: la Catedral (por fuera porque estaba cerrada), el Jardín Zenea, el Museo de la Ciudad (por fuera, porque Isa dijo que no valía la pena), el andador 5 de Mayo: las casonas, la Plaza de Armas, la Plaza de los Fundadores, el Convento de la Santa Cruz, el Mirador y Acueducto (de lejitos), el Panteón de los Queretanos Ilustres y ... después de un par de pausas en las que nos quejábamos del calor, del estúpido solazo, de que los pies estaban hinchados, que algunos nos derretíamos de calor, visitamos el Patio Barroco, donde nos prohibieron tomar fotografías.

Regresamos a una de las plazas centrales, extenuados (excepto yo).

¿Ahora si podemos comer algo? Pregunté por enésima vez y, para variar, en esta ocasión me dijeron si: pero no las gorditas, ya habíamos decidido que comeríamos en la Casona de los Cinco Patios.... Así que ahí comimos y estuvo rico, aunque el servicio, como en cualquier otro lugar por acá es un poco lento. Lo que es bueno y malo (del servicio) es que te sirven los platos y bebidas conforme “salen” de la cocina/barra; es bueno, porque no te traen tu comida fría, malo porque tienes que comer enfrente de los que no tienen su plato aún, como diría mi mamá “es como contar dinero enfrente de los pobres”.

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¿Y las azoteas?

Para estas alturas el lector observador debe estarse preguntando ¿y las azoteas? ¿Por qué se titulo Querétaro en las azoteas? Y la respuesta es porque intentamos, después de revivir en la comida, recorrer cinco azoteas recomendadas por la revista Asomarte (en línea), algo así como un Querétaro alternativo...

La primera y más bizarra fue el tercer piso de un estacionamiento en Pino Suárez (entre Guerrero y Allende), que si se veían las cúpulas silenciosas de Santo Domingo, San Agustín y Santa Clara.... sólo que se veía MUY triste.

La segunda se ubicaba en una pequeña terraza en el segundo piso del Museo de la Ciudad, pero como no estábamos dispuestos a visitar el museo, no fuimos a la azotea. :)

La tercera era un mirador en una casa virreinal ahora convertida en museo, el Museo Casa de la Zacatecana. Originalmente habíamos pasado por aquí en nuestro camino al mirador y habíamos decidido no entrar... Pero fuimos y ya estando ahí, sonó interesante y accedimos a pagar los $31 pesos de cuota de entrada... ya eran cerca de las 18:00 horas, así que la primera guía que nos recibió en la planta baja: le picó play a un DVD que platicaba la historia del museo (privado) y luego nos llevó por la primera sala a una velocidad que hacía comiquísimas sus explicaciones.... El Museo, por cierto, contiene una colección enorme de antigüedades que, aún para alguien a quien no le gustan las antigüedades como a su servidor, es digna de admiración: buen estado, buen gusto, bien combinadas y armadas las distintas salas y, salvo por lo chafa de la “leyenda de la zacatecana”, este fue, sin lugar a dudas el mejor museo que vimos en Querétaro y por mucho.

El mirador del museo casa de la Zacatecana: mmmmm si existe, pero la vista es tan pobre como la vista desde el tercer piso del estacionamiento, sólo que aquí con la agravante de que hay que ver a través de cristal rayado. Para decirlo de alguna manera convincente: es un espectáculo de azoteas con ropa tendida y tinacos rotoplas a lo largo y ancho de la Ciudad.

Solo faltaban dos, la cuarta azotea en la planta alta del restaurante-bar Apolonia, así que allá nos dirigimos a uno de los andadores más coloridos y bonitos de la Ciudad. A estas alturas del recorrido, las fuerzas flaqueaban y cuando nos recibieron con un “Uy no joven, hoy no abrimos el bar... sólo el restaurante (que está en la planta baja)” estuvimos a punto de claudicar. Al cabo que ni queríamos. :’(

Ya habíamos decidido (casi) tirar la idea de las azoteas y llamarla una mala broma.

Sin embargo, hicimos una pausa en el recorrido para ir a un lugar típico en el centro para tomar nieve o mantecado con vino tinto: Gadi en 5 de mayo, donde la calle se convierte en andador. Rico, rico, muy recomendable el mantecado (helado de vainilla con nuez) y vino tinto.

Vamos al hotel y terminemos el día, era el consenso. Excepto que, la quinta y última azotea, nos quedaba de paso: el bar en el techo del Hotel Mesón de Aspeytia.... ¡Wow! Bien dicen que no hay quinto malo y aquí no fue menos cierto: la atmósfera agradable: mesas y salas alumbradas con velas, las luces de la Ciudad se encendieron justo en ese momento y ahora sí: las cúpulas de los templos lucían majestuosas. Los dejo con estas fotografías que tomó Nuri, a quien perdimos un par de horas mientras realizaba la hazaña:
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